viernes, 25 de octubre de 2013

Dangerous to know & love - Jane Harvey-Berrick

El silencio es solo profundo.
Daniel Colton es el chico con el cual todas las chicas quieren salir y el hombre que todos los chicos quieren ser. Malhumorado, con un temperamento explosivo, cerrado y sombrío, Es inclusive hermoso, tatuado en lugares deliciosos, con un piercing en la ceja y pelo negro puntiagudo. Hay rumores que tiene piercings en otros lugares, también. 
¿Es realmente loco, malo y peligroso para relacionarse? 
Daniel vive con su hermano mayor, Zef, y su casa es el centro de las fiestas. ¿Quieres drogas, un buen momento, licor, sin preguntas? Colton es el lugar para ir.
Cuando Daniel y la chica buena Lisanne Maclaine tienen que trabajar juntos en una asignación, Lisanne encuentra mucho más en el chico malo de la universidad que su reputación. Es inteligente, divertido y una buena compañía. 
Luego descubre su secreto, ¿Por qué está cerrado a todos, y determinado a mantener a la gente a un brazo de distancia? Pero ser la que guarda el secreto es más difícil de lo que alguna vez soñó.

Primer Capítulo

1


Traducido por Maca Delos

Cuando Lisanne entró a trompicones al auditorio con Kirsty colgada de su brazo, ya había varios estudiantes dispersos por la habitación. Era demasiado temprano en el semestre para que se estuvieran formando hermandades ni nada, pero algunas chicas ya estaban sentadas en grupos exclusivos, riendo nerviosamente. Los chicos eran demasiado geniales para esas cosas, y se sentaban en glorioso aislamiento.

Lisanne pasó un ojo por los variados ejemplos de humanidad. La mayoría lucía común y corriente, como ella, vestidos en vaqueros y camisetas, pero había un chico que llevaba una camisa de botones y corbata. ¡Qué fastidio! Lisanne hizo una apuesta consigo misma de que tenía una copia del periódico Wall Street Journal en su mochila. Sólo le sorprendía que no llevara portafolio.

¿Por qué demonios había aceptado tomar la clase de Introducción a los Negocios? Oh, sí, porque sus padres no creían que una carrera en música fuera a llevar a ninguna oportunidad en el futuro.

La respuesta de su nueva compañera de cuarto había sido mirar las cosas por el lado bueno.

—Apesta —dijo Kirsty—. Pero, uno nunca sabe, puede que conozcas a algún chico lindo que resulte ser el próximo Mark Zuckerberg (1).

—¿Qué? ¿Bajito, con mal gusto en ropa?

Kirsty se rió. —No, tonta: ¡brillante y asquerosamente rico!

Lisanne suspiró.

—¡Oye, Lis! ¡Mantén la cabeza en el juego!

Su cabeza se levantó disparada, alejando la mirada del señor Prestigioso, luego su expresión se aclaró mientras Kirsty le guiñaba y se sacaba los zapatos de una patada.

—Me sorprende que puedas caminar con ellos... oh, cierto, no puedes.

Kirsty levantó las cejas.

—¡Hola! ¡Son de Manolo Blahnik! Se supone que son para ser vistos, no para caminar en ellos.

—Por supuesto. Qué estúpido de mi parte.

Kirsty rió disimuladamente. —Sí, como sea. De acuerdo, en serio, ¿con cuál de estos chicos te acostarías? —Y sus brazos barrieron los alrededores, indicando a todos los que estaban en el auditorio.

Lisanne rió. —Ninguno de ellos para nada de eso.

—¿No? ¿No crees que el chico de la camiseta roja sea lindo?

Lisanne estiró el cuello. —Ese está bien, supongo. Aunque no es realmente mi tipo.

—¿Cuál es tu tipo? —preguntó Kirsty curiosamente. Todos los chicos lindos eran el tipo de Kirsty.

Lisanne se encogió de hombros. Lo cierto era que no había ido a muchas citas en la secundaria. De acuerdo, cambia eso a ninguna, a menos que contara el baile de graduación y el fiasco de la no-cita. Cómo es que una no-cita pudo haber terminado siendo un completo desastre permanecía siendo un misterio para ella, pero había sido una de las peores y más humillantes noches de su vida, incluyendo vómito —de alguien más— y... No, no quería pensar en ello. Definitivamente no contaba.

—Vamos, Lis —dijo Kirsty, en tono alentador—. ¿Qué hay de ese chico con el que estabas hablando en Facebook anoche?

—¿Rodney? No, sólo es un amigo de la secundaria.

—¿Entonces no es...?

—¡Diug, no! Lo conozco desde el jardín de niños, eso sería simplemente... raro.

—¿Entonces estás disponible?

Lisanne estaba muy disponible. Simplemente no había visto a nadie que le gustara de esa manera.

—Bueno, dime qué estás buscando... en caso de que, ya sabes.

—Oh, no lo sé: alguien diferente. Alguien...

—¿Como él? —dijo Kirsty, asintiendo hacia el chico que acababa de entrar.

Él ciertamente era diferente. De hecho, Lisanne estaba bastante segura de que se había metido en la clase equivocada por error. De ninguna manera alguien como él tomaría la clase de Introducción a los Negocios.

Todos los ojos, femeninos y masculinos, giraban en su dirección mientras caminaba tranquilamente por el auditorio luciendo como si fuera el dueño del lugar. Se desplomó en un asiento en la segunda fila, rebosando arrogancia, sacándose los Ray Ban mientras lo hacía. Era alto y esbelto con el cabello negro corto y puntiagudo. Se sacó la chaqueta de cuero, e incluso a esta distancia Lisanne pudo ver que tenía una espalda ancha y brazos fuertes y musculosos con tatuajes arremolinados en rojo, dorado y negro que se arremolinaban a través de ellos. Él se giró para escanear la habitación detrás de él, y Lisanne no pudo evitar notar el pequeño arete plateado en su ceja izquierda.

Sin hablar con ningún alma o hacer contacto visual con nadie, el chico lanzó la chaqueta en un asiento y su mochila del otro lado. ¿Estaba segura de que era una regla que todos los chicos geniales se sentaran en la última fila? Pero no, él no.

Lisanne sintió sus cejas juntarse al fruncirlas.

—Ugh, no, no soporto a los chicos como ese —dijo—. Todos emo, creyendo que son mejores que todos los demás.

—Sí, pero es lindo —dijo Kirsty, lamiéndose los labios—. Ese chico es atractivo. Voy a averiguar quién es.

—Definitvamente, no mi tipo —dijo Lisanne, con una pizca de irrevocabilidad.

El profesor Walder entró en la habitación e inmediatamente las charlas en voz baja se silenciaron, y todos comenzaron a sacar papeles y portátiles, listos para tomar notas. Todos excepto el chico con el aro en la ceja. Él no se movió. Ni siquiera sacó un cuaderno para hacer garabatos.

Lisanne se sintió estúpidamente irritada con él. Sus padres habían pagado un buen dinero para que fuera a la universidad, y los perdedores como ese tipo sólo estaban allí para pasar el rato. Lisanne no podía soportar a la gente como esa —gente que era falsa.

Se dio cuenta de que ya había pasado demasiado tiempo observando al "chico Aro en la Ceja" y que la clase ya había comenzado.

Pero de vez en cuando, sus ojos volvían a él. Medio había esperado que se hubiera quedado dormido, o jugara con su iPod, pero sus ojos estaban fijos en el profesor Walder, apenas parpadearon durante los cincuenta minutos. Era extraño. ¿Tal vez estaba drogado? Aunque eran apenas las nueve de la mañana, parecía la respuesta más probable.

Al final de la clase, el señor Prestigioso hizo varias preguntas, e incluso sacó su copia del Wall Street Journal para ilustrar su punto. Lisanne chocó puños consigo misma en su interior: se enorgullecía de leer a la gente correctamente.

Mientras el aula comenzaba a vaciarse, no pudo evitar que el chico Aro en la Ceja no le habló a nadie, aún no hizo contacto con ninguna persona con la que compartía clase. Y llevaba sus anteojos de sol otra vez. En el interior. Qué imbécil.

Pero tenía que admitir que Kirsty tenía razón en una cosa: era un lindo imbécil. Su cabello era tan oscuro que casi era azul, y su piel clara llevaba un bronceado dorado. Por lo que había visto de sus ojos, eran un tono claro de avellana, rodeados por largas pestañas encima de pómulos perfectos y labios llenos y besables. ¿Besables? ¿Dónde estaba la verdadera Lisanne Maclaine, y quién demonios estaba teniendo estos pensamientos?

Con un resoplido, dirigido a la injusticia del mundo donde la gente hermosa podía salirse con la suya y ser imbécil, Lisanne fue directo a las aulas de práctica para su clase particular con el profesor de violín.

Mientras se apresuraba a través del patio interior, no pudo evitar preguntarse por qué un chico tan hermoso querría profanar lo que Dios le había dado cubriendo su cuerpo con tatuajes y metiendo un pedazo de metal en su ceja. Cierto, ella tenía las orejas perforadas, pero era diferente. Obviamente. Realmente no entendía por qué las chicas en la universidad estaban tan obsesionadas con los tipos con tatuajes. Lisanne simplemente no le encontraba sentido, y ciertamente no tenía intensión de hacerse uno. Iba a lucir raro cuando tuviera cuarenta.

Suspiró, preguntándose por qué había nacido tan sensata.

La mañana fue rápida después de eso, y Lisanne se olvidó acerca del chico Aro en la Ceja. Su tutor de violín, el profesor Crawford, resultó ser increíble y Lisanne creía que realmente se habían llevado bien. Le había dado algunos consejos para mejorar su inclinación, e inmediatamente había ayudado. Así que estaba de buen humor cuando se cruzó con Kirsty de vuelta en el comedor.

—¡Hola, compañera! —gritó en voz alta—. Trae tu trasero aquí.

Kirsty estaba desplomada en su asiento en la mesa con tres chicas que Lisanne no conocía. Le divirtió ver que los pies de Kirsty estaban desnudos y se dejó caer al lado de ella.

—¿Qué les pasó a los Manolo? —preguntó Lisanne, con una sonrisa conocedora.

—Digamos simplemente que los guardaré para una noche en la que vaya en limusina —gruñó Kirsty.

Lisanne levantó una ceja. —Me impresionó que intentaras usarlos, siquiera. Yo me habría roto el cuello.

Kirsty se rió en voz alta, y varios chicos miraron en su dirección, observándola de arriba a abajo. Por las miradas en sus rostros, obviamente aprobaban lo que veían. Bueno, en realidad no había nada que desaprobar: Kirsty tenía el pelo teñido de rubio oscuro, que se ondulaba en rizos casi hasta la cintura, curvas perfectas, y un rostro de muñeca con grandes ojos azules. De haber sido más alta, podría haber sido modelo.

Lisanne era sencilla en comparación, sin embargo, para ser justa, la mayoría de las chicas lo eran cuando se las comparaba con Kirsty. Su propio rostro era demasiado cuadrado, su mentón muy marcado, ordinarios ojos grises, uniforme cabello liso color marrón, y aunque su figura era decente, no era nada especial. Para nada especial.

Parte de Lisanne, la que era una perra y de la cual no estaba muy orgullosa, realmente habría querido odiar a Kirsty —pero la chica era simplemente demasiado agradable. Ugh.

Kirsty le presentó al resto de las chicas en la mesa: Trudy, Shawna y Holly. Todas estaban en la carrera de modas como Kirsty. No que Lisanne hubiera necesitado esa presentación para darse cuenta de ello —sus ropas gritaban "diseñador" a un kilómetro de distancia.

—¿Cómo estuvieron tus otras clases esta mañana? —preguntó Kirsty.

—Sí, bastante buenas. Mi profesor de violín es genial.

—¿Violín? —se burló Shawna—. Eso suena grandiosamente estúpido.

Kirsty rió, pero dijo energéticamente—: No como toca Lisanne. —Sonrió y le guiñó a su compañera de cierto, pero luego algo distrajo su atención y sus ojos se movieron rápidamente al otro lado de la habitación.

—¡Échale un vistazo al señor Alto, Oscuro y Deliciosamente Peligroso! —dijo Shawna lamiéndose los labios, mientras seguía la mirada de Kirsty.

Lisanne vio al chico Aro en la Ceja abrirse paso a través del comedor. Aún llevaba los anteojos de sol. Aún estaba solo.

—Oh, él —resopló—. Está en nuestra clase de Introducción a los Negocios. Es un verdadero imbécil.

Incluso mientras decía las palabras, se sintieron raras en su boca. Racionalmente, sabía que él no había hecho nada específico para molestarla. Era simplemente la manera en la que se había sentado allí, sin tomar notas, como si estuviera por encima de todo.

Shawna sonrió de manera superior. —Para su información, su nombre es Daniel Colton. Es de aquí, y tiene una reputación... eso es lo que oí.

—¿Qué tipo de reputación? —preguntó Kirsty, ansiosa.

—Se ha metido en dos peleas esta semana —dijo Shawna, encantada de ser la que contara las noticias—. Se enojó con algún estudiante graduado sin razón aparente. —Entonces bajó la voz—. Dicen que es el tipo al que se debe ir si quieres algo extracurricular. Ya saben, marihuana, alcohol, cocaína, anfetaminas... el chico lo tiene todo. No me importaría pasar algún tiempo extracurricular con él, si saben a qué me refiero. Escuché que es un monstruo en las sábanas.

Los labios de Lisanne se curvaron hacia abajo con disgusto, y no sólo por la expresión acristalada en el rostro de Shawna. ¿Cómo demonios podía salirse con la suya y ser tan descarado de vender drogas en el campus? Encajaba con su baja opinión sobre él, la cual había caído gravemente en picada. Pero, si la gente se había enterado de él en menos de una semana, no le tomaría tanto tiempo a las autoridades de la universidad en oír sobre ello, también. Con toda seguridad, ni siquiera llegaría a terminar el primer semestre.

—Ciertamente tiene toda la vibra de chico malo a su favor —concordó Kirsty.

—Mmm-jmm —murmuró Shawna—. Ardiente, definitivamente ardiente.

—Enojadizo, malo y peligroso de conocer —dijo Kirsty, sonriendo—. ¿Qué piensas, Lisanne? ¿Tienes algo por los chicos malos?

Lisanne negó tan fuerte que podría haber jurado que se le agitó el cerebro.

Kirsty rió, y comenzó a hablar de planes para el fin de semana.

Irritada consigo misma, Lisanne sacó de su cabeza todos los pensamientos sobre chico Aro en la Ceja. Algunas personas no conocían su suerte.

* * *

La primera semana de Lisanne lejos de casa había sido difícil, para ser sutiles. Extrañaba a su familia. Extrañaba ser capaz de hablar con su mamá, que también era su mejor amiga. Seguro, hablaban por teléfono todas las noches, pero no era lo mismo. Extrañaba los malos chistes de su papá y su fuerte y tranquila presencia —la sensación de que ante cualquier problema que tuviera, él lo resolvería. Lisanne incluso extrañaba a su hermano pequeño Harry que, a los trece años, ya no era tan pequeño, y un verdadero dolor en el trasero. Aún así, los extrañaba a todos.

Y la universidad era diferente. Para comenzar, estaba compartiendo una habitación por primera vez en su vida, lo cual significaba que no había mucha privacidad, aunque Kirsty resultó ser muy agradable. Allí estaba esa palabra otra vez. Se tuvo que acostumbrar a los baños comunitarios, y a llevar chanclas en la ducha, irritada de tener que esperar hasta segundo año para que los baños de las mujeres fueran renovados con baños privados. Extrañaba ser capaz de cocinar ella misma, en lugar de tener que comer siempre en la cafetería. Y la cantidad de trabajo que le estaban dando sus profesores había sido abrumador. Había entrado algo en pánico cuando se dio cuenta de lo pesada que iba a ser su rutina, y el hecho de que, para el final de la primer semana, ya estaba atrasada en dos clases —especialmente negocios, la cual podría haber estado en griego antiguo, por lo que entendía de ella.

Pero era noche de viernes, y Kirsty la había obligado a bajar para comer pizza con algunas de las chicas. A pesar del hecho de que Shawna estuvo allí, fue más divertido de lo que Lisanne había esperado. Pasaron la mañana del sábado estudiando y durante la tarde fueron a las tiendas de ofertas y, bajo insistencia de Kirsty, Lisanne gastó más de lo que necesitaba en un nuevo par de vaqueros para llevar esa noche cuando fueran a bailar.

Para el domingo, Lisanne estaba tan preocupada por su tarea que se decidió a pasar la tarde y noche en la biblioteca. Vaya, ¿qué tan triste era eso?

No sorpresivamente, la biblioteca estaba casi vacía, el área común de estudios hizo un fuerte sonido de eco cuando arrastró la silla a través del suelo. Tres chicos que parecían ser de último año de medicina, encorvados encima de libros de anatomía, le dirigieron miradas irritadas, sorprendidos por su intrusión —y un par de gente caminaba sin rumbo a través de las estanterías. Apagó su iPod con un suspiro, dejando que murieran las últimas notas de "Running out of Air" de Love and Theft, y entonces los sorprendidos ojos de Lisanne cayeron en la última persona que esperaba ver en la biblioteca, mucho menos durante un fin de semana —el chico Aro en la Ceja.

Estaba sentado en una mesa solo, con su libro de negocios abierto delante de él. De vez en cuando escribía algunas notas en su portátil.

Lisanne se dejó caer una de las mesas que resultaban tenerlo a la vista. Decidió que él seguramente estaba allí para encontrarse con uno de sus contactos de droga, y si lo estaba, ella le diría al bibliotecario en turno. Probablemente. Tal vez.

Pero se encontró fascinada mientras sus largos dedos pasaban intermitentemente por su cabello, o tiraban del arete en su ceja.

Luego de media hora, ella tuvo que admitir que él no estaba haciendo nada más siniestro que estudiar, a pesar de que parecía el tipo de chico que se estaría recuperando de una noche de fiesta fuerte durante el sábado. Eventualmente, ella volvió los ojos a su propia pila de tarea, que no había disminuido en los últimos treinta minutos de observarlo distraídamente.

Luego de unas cuatro horas de veranadero estudio, los ojos de Lisanne se sentían cansados y arenosos —como si las páginas de sus libros hubieran estado cubiertas de papel de lija y ella las hubiera leído, y no quería hacer nada más que volver a su habitación y dormir. Realmente esperaba que Kirsty no volviera hiperactiva y ruidosa, aunque las probabilidades estaban en su contra. Se frotó el rostro y levantó la mirada —para encontrarse directamente con los ojos avellana del chico Aro en la Ceja.

Esperaba que él alejara la mirada, pero no lo hizo. La mantuvo, con el rostro impasible. Para su molestia, Lisanne sintió su piel calentarse con rubor. ¡No, no, no! ¡No en frente de él!

Pero su sonrojo se comportó mal y no le prestó atención en absoluto.

Fue salvada por el bibliotecario, que anunció que estaban cerrando. Para cuando Lisanne volvió a mirar, el chico Aro en la Ceja ya había metido su portátil y libros en su morral de lona, y se dirigía afuera.

Velozmente, Lisanne agarró sus libros y se apresuró a ir detrás de él, diciéndose a sí misma que era porque no quería quedarse sola en el espeluznante edificio. Él estaba a unos seis metros delante de ella cuando Lisanne se tropezó en la puerta de la biblioteca, y cayó tumbada en los fríos escalones.

Gritó mientras se raspaba las manos al caer de rodillas. El chico Aro en la Ceja ni siquiera dejó de caminar, mucho menos se dio la vuelta para ayudarla. Aunque debió haberla escuchado gritar, la ignoró por completo, dando zancadas hacia la oscuridad.

Dolida y humillada, Lisanne agarró sus libros, maldiciendo en silencio al chico de cabello negro que la había distraído tan desastrosamente.

 * * *

La mañana siguiente, Lisanne se arrastró de la cama demasiado temprano para alguien que había estado despierto, como había predicho, hasta la una de la mañana. Las palmas de sus manos tenían raspaduras y sus rodillas estaban negras y azules. Pero, peor que ello, se sentía magullada por dentro. ¿Cómo pudo haberla ignorado simplemente cuando se había lastimado de tal modo? Lisanne sabía que ella no habría dejado que un extraño quedara tirado en el suelo sin intentar ayudarlo. ¿Qué tipo de persona se comportaba de esa manera?

Definitivamente no quería averiguarlo.

—Es demasiado temprano —gimió Kirsty—. ¿Y quién demonios permite que la gente de construcción trabaje en las carreteras un lunes por la mañana fuera de una residencia estudiantil?

Lisanne observó por la ventana. No, nada de construcción en la carretera. El aporreo estaba en la cabeza de Kirsty.

Lisanne rodó los ojos, pero no pudo evitar la sonrisa compasiva que salió mientras observaba a su compañera lidiar con una resaca importante.

—Luces como si hubieras tenido una buena noche.

Kirsty se levantó para inclinarse contra el respaldo de la cama, amontonando el edredón a su alrededor.

—Debiste haber estado allí, Lisanne, fue asombroso. Nuestras identificaciones falsas estuvieron totalmente geniales. Shawna estuvo tomando shots de tequila —estaba hecha un desastre.

Lisanne no pudo evitar una sonrisa pequeña y superior, y Kirsty la miró con curiosidad.

—¿Qué hiciste tú?

—No mucho. Estudié.

Lisanne no se animó a decirle a Kirsty sobre su desgracia en la biblioteca, o más bien, en los escalones de la biblioteca. Y ciertamente no iba a mencionar la parte del chico Aro en la Ceja, de todas formas, esa era una gigante no-historia.

Kirsty gimió y Lisanne no pudo evitar el gesto de dolor, también. Había estado ebria una vez, y había disfrutado de la sensación. Había sido durante la boda de su prima, y no era un sentimiento que quisiera recordar. Jamás. Especialmente la parte en la que había vomitado el frente de su vestido nuevo.

Agarró una botella de agua de la pequeña nevera, y la puso en la mesita al lado de la cama de Kirsty junto con dos ibuprofenos.

—Eres un héroe —dijo Kirsty, con los dedos escarbando en busca de las pastillas.

Levantó la mirada hacia Lisanne mientras ésta comenzaba a abrir la puerta.

—¿A dónde vas?

—¡Clases! —dijo Lisanne, levantando una ceja.

—De acuerdo, ¿te veo más tarde? Vamos a comer comida italiana esta noche.

—Eh, no, gracias. Tengo cosas que hacer —dijo Lisanne, evasivamente—. Nos vemos.

Kirsty gimió, y le dio un saludo pequeño con la mano.

2 comentarios:

  1. Hola, oye donde puedo encontrar los demas capitulos??

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  2. Hola. Me podrían mandar por favor este libro en pdf? Hace mucho tiempo lo quiero y no lo consigo por ninguna parte. Mi correo es: Maria_ibarra98@hotmail.com

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